A partir de 10 años. Mundo es un niño que vive en la sierra de Albarracín, Teruel, que desea ser pastor como su padre, hasta que un día se encuentra con una cuadrilla de celadores de telefonía que están poniendo postes cerca de su localidad y se queda obnubilado con su labor: cómo hacen el agujero, cómo levantan los troncos, cómo suben para enganchar el cableado… Entonces conocerá a Camilo, que resulta ser amigo de su padre, uno de esos «hombres lagarto» que llegan hasta arriba tan habilidosamente, y hará buenas migas con él; tanto, que el hombre hasta le enseñará a montar en su bicicleta. Pasados unos meses de aquella divertida experiencia, el ambiente del pueblo se empieza a enrarecer y, lo peor de todo, su padre desaparece. El chico ve el miedo en el rostro de sus vecinos, incluso en el de su madre, que no le cuenta lo que sucede. Camilo va a casa de la familia de Mundo y les lleva libros con extrañas marcas y anotaciones que él no entiende. También le llevará a hablar por teléfono y subirán a un poste, pero lo mejor será cuando le deje la bicicleta. Una noche, coincidiendo también con una visita del hombre lagarto, unos guardias civiles entran en la casa y detienen a Camilo por tener un libro considerado peligroso o subversivo. En ese momento, Mundo será consciente de que en el país hay una guerra devastadora y que ha creado conflictos entre vecinos, hermanos, gente que se conocía de siempre… El muchacho esconderá la bicicleta de su amigo en un pozo, para mantenerla a salvo hasta su vuelta. Pasa el tiempo; una noche, un hombre llama a la puerta. Mundo no lo reconocerá al principio, pero es su padre que ha regresado tras estar preso en distintas cárceles por sus ideas políticas, y que ha llegado a conocer al poeta Miguel Hernández. Ahora el niño solo espera volver a ver a su amigo Camilo y a hacer con él los planes que proyectaron juntos.